Zoe: cuando hasta el romance viene en versión beta
- Raquel Ayala
- 11 mar
- 1 Min. de lectura
En su momento, Zoe (Drake Doremus, 2018) pasó algo desapercibida, considerada por muchos como una pieza menor dentro del género de ciencia ficción romántica. Sin embargo, al revisarla hoy, es evidente que aborda temas fundamentales que resuenan con nuestra realidad actual, marcada por el auge de la inteligencia artificial y su creciente influencia en nuestras vidas.
La película, con su enfoque intimista, plantea preguntas esenciales sobre la naturaleza del amor y la autenticidad emocional en un mundo donde las líneas entre lo humano y lo artificial se desdibujan. Aunque algunas críticas señalan su ritmo pausado y cierta previsibilidad en su narrativa, Zoe tiene la virtud de humanizar debates que ahora se encuentran en el centro de la discusión tecnológica: ¿Puede la conexión emocional generada por una IA ser igual de válida que la humana? ¿Hasta dónde es ético diseño relaciones basadas en algoritmos?
A pesar de no haber recibido la atención que merece, Zoe funciona como una advertencia reflexiva, anticipando la complejidad de las relaciones en la era digital. Es una película que, aunque imperfecta, cobra mayor relevancia en un presente donde la inteligencia artificial no solo modela nuestras interacciones, sino que comienza a redefinir nuestras concepciones de amor y humanidad.

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