Newness: El amor líquidos entre la novedad y la permanencia
- Raquel Ayala
- 11 mar
- 1 Min. de lectura
Newness (2017), de Drake Doremus, no trata de dar respuestas sobre el amor moderno, sino de exponer su complejidad sin juicios ni soluciones fáciles. Martin (Nicholas Hoult) y Gabi (Laia Costa) se encuentran en una aplicación de citas y, en un mundo donde todo está diseñado para ser rápido y efímero, deciden apostar por algo más. Pero, ¿qué significa realmente conectarse con alguien cuando la posibilidad de lo nuevo siempre está al alcance de un fragmento de dedo?
Bauman hablaba del amor líquido , ese en el que los vínculos son frágiles y maleables, sujetos al cambio constante y al miedo a la permanencia. Y Newness encarna esa idea a la perfección. La película retrata la paradoja de nuestra generación: anhelamos conexiones profundas, pero tememos la rutina porque la confundimos con el estancamiento. En ese ir y venir de emociones,
Newness nos sumerge en zonas grises, donde el deseo de explorar coexiste con la necesidad de sentirse elegido, donde la pasión inicial cede ante la prueba de la cotidianidad.Y es ahí donde la historia cala hondo. Porque no todo amor tiene que ser un torbellino incesante para ser real. A veces, lo verdaderamente valioso es aprender a habitar la calma sin miedo, entender que la estabilidad no es sinónimo de monotonía, sino de una elección constante.
Uno de los diálogos más bellos de la película viene de Paul: “El amor duradero existe porque hay dos personas que no se rinden”. Y es eso lo que Newness nos deja: la certeza de que, más allá de la novedad, el amor es también una apuesta por quedarse.

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