Hot Air: Fracasos, locuras y el arte de no encajar
- Raquel Ayala
- 11 mar
- 2 Min. de lectura
Si hay algo que Hot Air (2016) deja claro desde el principio, es que no le interesa seguir reglas. Esta película, dirigida por Derek Sieg, nos presenta a Lesley, interpretado por nuestro querido Matthew Gray Gubler, un tipo con sueños de grandeza y un talento cuestionable para todo lo que toca. Su vida es un caos con tintes tragicómicos, y mientras intenta demostrar su valía, lo único que logra es meterse en más problemas de los que puede manejar.
Desde el inicio, la película nos sumerge en el delirio de su protagonista: un hombre que cree que está destinado para cosas grandes; pero que, en la práctica, es más bien un imán para la catástrofe. A través de una combinación de diálogos llenos de ironía, situaciones incómodas y personajes que parecen sacados de un cómic existencialista, la historia avanza entre momentos de risa y otros de pura desesperación.
Hot Air no es solo la historia de un perdedor adorable, sino un retrato de aquellos que, a pesar de todos los obstáculos y fracasos, siguen intentando aferrarse a una idea de éxito que tal vez nunca llegue. La película juega con la línea entre la comedia y el drama, con un guion que a veces se tambalea; pero que encuentra su fuerza en el carisma de Gubler y en la extravagancia de su mundo.
Si buscas una historia convencional con un héroe inspirador, esto no es para ti. Pero si disfrutas de personajes torpes, situaciones absurdas y un protagonista que se estrella contra la realidad una y otra vez, Hot Air es una pequeña joya de humor negro que vale la pena ver. Porque, al final del día, todos somos un poco Lesley en algún momento de la vida.

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