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Horse Girl: Caballos, soledad y la delgada línea entre la realidad y la fantasía

  • Foto del escritor: Raquel Ayala
    Raquel Ayala
  • 11 mar
  • 1 Min. de lectura

Horse Girl (2020) es una de esas películas que, al inicio, parecen un drama indie convencional sobre la soledad y la alienación… hasta que empiezan a descarrilarse de forma perturbadora. Dirigida por Jeff Baena y coescrita junto con Alison Brie (quien también protagoniza), la película nos mete en la mente de Sarah, una joven introvertida que ama los caballos, las manualidades y las series de crimen sobrenatural. Pero cuando la línea entre su realidad y sus delirios empieza a desdibujarse, la historia nos arrastra con ella en una espiral de paranoia y desconcierto.


Baena nos lanza de cabeza a una relación que se mueve entre el drama psicológico y la ciencia ficción más desconcertante. La manera en que la película juega con el tiempo, los sueños y la percepción nos obliga a cuestionarnos qué es real y qué no. Y ahí está su mayor acierto: no busca explicarlo todo, sino hacernos sentir lo que es perder el control de la propia mente.


Alison Brie se avienta una actuación brutal, llevándonos del encanto ingenuo al terror existencial en cuestión de escenas. Sarah no es solo una chica rara; es alguien atrapado en un laberinto mental donde su propia historia familiar de enfermedad mental choca con la posibilidad de algo más… ¿fantástico? ¿paranormal? ¿extraterrestre?


En su núcleo, Horse Girl es un retrato inquietante de la salud mental, la soledad y esa desesperación de no poder confiar ni en tu propia mente. Y lo más aterrador no es si Sarah tiene razón o no, sino que la película nos obliga a vivir su confusión con ella.



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