
Corina: Salud mental, clichés baratos y un guion que no da una
- Raquel Ayala
- 24 may
- 1 Min. de lectura
Corina pretende abordar la salud mental, pero se queda en el puro intento. El primer acto se extiende innecesariamente como si no supieran cómo empezar, y cuando por fin algo se mueve, ya es tarde para interesarnos.
El guion es un desastre: no solo está lleno de cabos sueltos, sino que el discurso se contradice una y otra vez. Da la impresión de que fue escrito por alguien que no tiene ni la más mínima idea de cómo funciona un periódico, una editorial o la corrección de estilo —y eso se nota en cada escena que intenta retratar ese mundo.
Los personajes están mal construidos, con motivaciones flojas y comportamientos inverosímiles. Las actuaciones no levantan el barco: todo se siente forzado, sobreactuado o completamente plano. Y los diálogos… ay, los diálogos. Son tan cliché y tan poco naturales que uno casi espera que alguien diga “esto no es lo que parece” para coronarlo todo.
Corina tenía la oportunidad de tocar temas importantes, pero termina siendo una mezcla de telenovela disfrazada de drama serio. Más preocupada por verse profunda que por construir algo coherente.
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